lunes, 8 de septiembre de 2008

Uno al cubo

Me encontré con las Trillizas de Belleville*! Casi sin darme cuenta las tenía frente a mí, tan elegantes y con esos modales que suelen sorprender. Pasmada, sin poder hablar me quedé observando la situación; eran ellas!, estaba con las trillizas de Belleville!
Me acerqué tímidamente y atiné a esbozar una simple frase para lograr llamar su atención y poder intercambiar algunas palabras.
No pude entender la reacción de ellas al verme ahí parada, actuaban como si me conocieran de toda la vida. Sabían hasta mi nombre! No podía creerlo, no salía de mi asombro al sentirme parte de ellas.
Estuvimos en el mismo bar toda la noche. Entre el espeso humo de los cigarrillos ellas contaban anécdotas mientras bebíamos coñac en copas previamente entibiadas.
Era alucinante, a pesar de ser trillizas se las podía diferenciar perfectamente. Tres personalidades totalmente definidas y lo curiosamente misterioso era que me sentía identificada con cada una.
Si cerraba los ojos estaba hablando conmigo misma en el baño de mi casa.
Recuerdo con claridad, que luego de varias horas escuchando miles de atractivas historias comenzaron a hablar sobre mi; sobre mi!? y a contradecirse dándome consejos de lo que debía hacer. No llegaban a ningún acuerdo, las tres manifestaban sus ideas de diversas formas.
Entenderán que terminé mareada y con un desbarajuste mental importante. Sinceramente no quería hablar de ese tema y menos que me den consejos, pero ellas insistían pese a mi voluntad.
Si hoy me preguntan qué es lo que ocurrió aquella noche no podría dar una respuesta lógica. Nada tuvo sentido, nada seguía un hilo de cordura. En ese momento yo estaba tan fascinada que no me permití preguntar qué era lo que estaba pasando, por qué se comportaban de esa forma, de dónde me conocían, con qué autoridad hablaban de mis intimidades y opinaban al respecto, cómo estaban al tanto de ello, por qué era todo tan extraño… y lo mas sorprenderte, por qué me parecía natural.
Luego de hablar, hablar y hablar las tres se pararon en simultáneo y una de ellas dijo:

- Nos vamos! Fue un placer compartir esta noche con tu presencia, jovencita. No desesperes. Canta, cantando se libera el alma y merman las penas.
Hermanas! Después de ustedes…

Con una gran sonrisa despedí a aquellos tres adorables personajes. Debo confesar que fue algo insólito lo que ocurrió, en más de una oportunidad me pregunté si fue real. No lo sé, pero por las noches aún sigo escuchando sus voces y no puedo dejar de silbar la melodía de aquella canción.


* Personajes de la película animada francesa titulada Les triplettes de Belleville” de Sylvain Chomet.

1 comentario:

Luca Lutherfor dijo...

Uno, elevado a cualquier potencia siempre es uno.