jueves, 18 de diciembre de 2008

La chica de papel batik *

Mi nombre es Virdomel, y por ahora la llamaré la chica de papel batik.
Recuerdo que aquella tarde, un 23 de septiembre, tres cuadras antes de llegar adonde la calle de las cuatro costas cambia de nombre para convertirse en un guijarro, fui sustraído por el animoso arbitraje oficiado por ella, la chica de papel batik, en cuanto a proponer orden y desorden a su pendiente indómito y su salvaje cabellera de palisandro; con la inequívoca intención de, a los pocos metros, comenzar otra vez.
Sembrando huellas de color, rasgueando baldosas con su vestido largo, dobló en la calleja del tablao.

- ¡Me estás persiguiendo! espetó la chica de papel batik.
- No, señorita; faltaba más.

En realidad, para no asustarla, falté a la verdad.

La callecita del tablao se caracteriza por no tener veredas, así, el adoquinado, que siempre parece recién baldeado, abarca todo el ancho. Sus casitas bajas lucen multicolor como si las yemas de la humedad se hubieran ocupado en mezclar tonalidades en el tiempo: Ora escogió pinturas de moradores de cualquier tiempo, ora el sedimento ladrilloso que su cómplice la lluvia arrojó desde tejas y desagües, ora la decoloración de enamoradas del muro, ora explosiones de moho entre inexpertos revoques, ora extensas ramas lagrimeando emociones de nostálgicas golondrinas.

- Sí, vos me estás persiguiendo –reiteró la chica de papel batik.

Yo iba a no menos de treinta, cuarenta metros respecto de ella; la calle solitaria permitía que la oyese con claridad y su voz llegara sin quiebres; sin embargo, la holgada soledumbre me erigía malentretenido y fisgón.
Y su vestido, ¡qué vestido!; es probable, aún no lo sé, que la conjunción del viento con la iluminación de ésa hora, vertiera en dirección a mí el increíble efecto que su vestido se fuera deshilachando, disipando, y al mismo tiempo reconstituyendo, rehaciendo. Fantástico vestido, arrebolado e inquieto, cartografiado por capilares bermellón rociado con brillantina de plata.

Al increparme, con su justa razón y sin rasgos de zozobra, el indómito aro se deslizó por entre las arrugas del vestido de esa mamushka de papel batik; me acerqué rápido para alcanzárselo; no rehusó ni se asustó; agradezco a Dios por ello; al abrir su mano dije: Mi nombre es Virdomel, ¿el tuyo?; creí escuchar algo así como She said.
Tras un complaciente gesto desapareció en el pasillo de una casa.
Acomodé mi almohadoncito frente a la puerta; de una ventana, oblonga y con plantitas en su alféizar, el visillo se movió casi de modo imperceptible; acepté el roce de miradas, no eran sólo de la chica de papel batik; simulé distracción con unos zorzales en puntas de pie, vi también sombreadas las puntas de las rejas en la parte superior de la ventana; de repente, ésta se abrió, sí, era la chica de papel batik, quien con determinaciòn expresó:
¡Aprende a ver luz, procura hacerla parte de vos; irrádiala, Virdomel, es recopado!
¡Caramba! –dije dentro de mí.
Oí que un caballero la llamó por su nombre; su verdadero nombre, el que figuraba en la mayólica del pasillo: “Shesaidbutshesays”.


* Este es uno de los capítulos de SAVIADURIA, escritos que cuentan las interesantes travesías de un mendigo, Virdomel, acompañado por su fiel almohadoncito. Su autor? Walter D. Tejada Campos. Un gran amigo y por sobretodo una gran persona. Espero lo disfruten...

sábado, 29 de noviembre de 2008

La Reina C

- Te dije que hoy no! Hoy no tengo ganas de hablar! Basta! Dejáme sola.

Es imposible estar sola si ella aparece y por lo general irrumpe en el peor momento.
Es algo impertinente, entrometida, inoportuna y hasta molesta. Quiere llamar mi atención.
Nunca se calla, nunca se cansa, duerme con un solo ojo y se mantiene atenta a lo que sucede.
Charlamos, no siempre tengo ánimos para escucharla, ella insiste hasta convencerme y tomamos café largas horas por las noches mientras la nicotina consume nuestros pulmones.
De un momento a otro el diálogo se esfuma y vira transformándose en un monólogo aburrido, donde sin poder mechar una frase, escucho y escucho lo que tiene para decir.
Qué quiere? Es una estrella poco modesta con tintes de soberbia, cree saber sobre infinidad de temas. Es la reina de las ciencias...
No estoy segura de sentir afecto por ella, estoy acostumbrada a su presencia y en ciertas oportunidades la necesito, pero cuando comenzamos a hablar automáticamente me arrepiento. Me marea, me atormenta mentalmente, me desalienta y en muchas ocaciones no deja que actúe con naturalidad. Me condiciona. Me quita espontaneidad.
No es dañina, procede con buena intención. Advertirá lo que en mi provoca? le he dicho que no soy perfecta.
Que transición latosa! Faltan muchas más? Es ineluctable.
Estoy enojada, quizás mañana merme mi mal semblante y pueda considerarla como corresponde. No merece lo expresado, solo pretende ayudar.
Perdón, lo siento. No me agrada juzgar. Mejor me voy. Chau.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Mal Abar(se)

Era una tarde agradable, la primavera debutaba rodeada de colores, aromas y la calidez característica de la estación. Ninguna nube enturbiaba el celeste profundo del cielo donde el sol fulgente creía ejercer su papel protagónico en la escena que no condecía con nuestra situación.

- No veo a los ángeles (me dijo Oina). Vos decís que están por todos lados, pero yo no los veo y sabes qué? Estoy cansada de buscarlos…

Oina tenia razón, era estúpido convencerla de algo que ni yo creía.

-… Cuándo hallaremos paz? Debo esperar a estar enfrentada con ese bendito Dios que ni estoy segura de que exista? Por favor, esto es ridículo!

Estaba furiosa, pero la entendía porque compartía parte de su desconsuelo. No queríamos razonar más, no queríamos hacer más preguntas. Sólo ansiábamos relajarnos por un tiempo, deseábamos que prontamente eso que hacía los días pensados desaparezca.
Luego de pelearse consigo misma durante unos minutos, me miró y comenzó a reírse a las carcajadas.

- No te preocupes, como ya te dije esto terminará pronto.

Cuando Oina hablaba así me asustaba, de ella se podía esperar cualquier cosa y no cabía lugar para agregar otra preocupación.
Tomé su cuaderno e intenté escribir mientras observaba a un grupo de circenses practicar su rutina de malabares.
Si todo fuera tan sencillo como tirar pelotas al cielo teniendo la seguridad que cuando desciendan mis manos van a estar en el lugar indicado para atajarlas. Pero es lógico, debe ser cuestión de práctica ya que al principio suelen caerse, hasta que el cuerpo se acostumbra a las dimensiones, se relaja, cobra algo de soltura y todo fluye con más naturalidad, pudiendo así improvisar algún arreglo ante una caída inesperada sin que nadie lo note.
Correr riesgos también tiene su encanto, siempre y cuando podamos hacer lo que algunos logran, malabares.
Estaba algo cansada de escuchar a mi alrededor las mismas historias y como Oina estaba entretenida con un par de amigos que se habían acercado, me despedí y decidí ir a caminar.
La tarde era realmente hermosa y yo necesitaba apreciarlo, necesitaba un vuelco en mi vida, una sorpresa, algo que me saque de la rutina.
No sé si me sorprendió, pero al girar en esa esquina y encontrarme con ese querido amigo que me entiende como nadie, fue tranquilizador. Sus palabras, breves y concretas me contenían de una forma especial. Siempre sabía qué decir en el momento exacto, sin que yo insinuara palabra, intuía todo lo que traía conmigo. Eso me serenaba, con tan solo compartir un momento en silencio y al advertir mi reacción ante las distintas preguntas de la gente ya era suficiente.
Y ahí acudía a determinada frase, aquella que estaba buscando y me era imposible elaborar en la cabeza.
Él sí conoce sobre mal abarse, no sé si lo domina bien pero sabe de qué se trata y seguramente por eso nos comprendemos.
Llegué a casa, tome un baño y me acosté sin cenar. El techo se debe haber sentido ojeado, pero no fue mi intención. Mi propósito era dormir.
En la oscuridad apareció un payaso, creí haberme quedado dormida y estar soñando.
Desde niña, los payasos me causan tristeza, siempre sospeché que ocultaban sus verdaderos sentimientos y esa noche lo comprobé.
El payaso se sentó junto a mí en el borde de la cama y tomó mi mano al tiempo que sonreía. Intentó hacerme reír con uno de sus números favoritos. El show fue increíble, pero seguía dejándome ese dejo amargo.
Luego de terminar sus payasadas me miró directo a los ojos y me dijo:

- Ja! A quién trato de engañar? Solo a mi mismo haciéndote creer que soy gracioso. Malabares, malabarse, malabares, malabarse… dejemos de alabar esas palabras… Uh mirá! La mencioné otra vez!... y si, doy cátedra y en realidad estoy de tu mismo lado. Por eso te causo tristeza y estoy convencido, eres plenamente conciente que bajo este maquillaje guardo infinidad de sensaciones. Lo nuestro, aquello, no es más que un encomio. Te entiendo y por eso estoy aquí. A pesar de todo, mi trabajo es hacer reír a la gente, pero a ti te causo tristeza... Agradezco que veas a través del personaje, pero no te preocupes, porque con él, los payasos, nos protegemos de nosotros mismos.
Vamos, vamos! Arriba que me sacarán la matricula! Esto tiene que abarse!... Uhy!... Jo! Jo!, otra vez!... yo tampoco puedo despegarme esa palabra!

Reconozco que me sacó una sonrisa, era fabuloso como jugaba con aquella palabra y sus significados.
Comenzó otro de sus números pero me costaba seguirlo, su voz se desvanecía y luego su cuerpo, hasta desaparecer por completo.
Nuevamente quedé en la oscuridad de la habitación, quise incorporarme pero me fue imposible. No recuerdo cuando me dormí, seguramente antes que el payaso apareciera.
Malabares, mal abarse, abarse, alabar, alabarse,… se podrá lavar?
Por lo general, los buenos se encuentran a prueba de agua. Quizás se lavan, pero pasan desapercibidos.
Excelentes malabaristas?

viernes, 3 de octubre de 2008

Uno que inventemos



Uno que inventemos, que nos permita salir de la realidad, tan solo dando vuelta la hoja, penetrando en otras.
Con posibles inseguridades, con total seguridad. Con miedos, intrigas, asombros. Guiados por la curiosidad o simplemente sin motivo alguno… sin saber lo que está a punto de suceder. Dejándonos llevar hasta el nivel más elevado, más iluminado.
Pareciera que las puertas están sin llave y la sabiduría dispuesta a entregarnos su mágico mundo.
Uno que inventemos, o que nos invente. Que nos reinvente. Donde seamos de modo genuino lo que anhelamos ser. Donde nos dejen imaginar.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

A uds.

Volver en el tiempo trajo recuerdos que estaban anestesiados, con algo de polvo y guardados en una caja algo envejecida. Nos reencontramos y hoy nos vimos más grandes.
Fue un día muy especial, sensaciones conocidas pero dormidas que despertaron entre risas y anécdotas.
Gracias por ser parte de ellas. Gracias por ser parte de mí.
A cada uno de ustedes, con su personal interpretación.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Suele suceder?

Caminan y caminan sin saber por dónde huir. Nada se distingue, todo se recibe sin agradecer.
Sienten? Se percatan? Hay una nube, una gran nube. Se están distorsionando.
Todo comenzó cuando mi miramiento quedó adherido a ella y tuve que analizarla durante varios minutos. Importa, por más mínimo que sea les aseguro, importa. Desde ahí mi percepción cambió.
Me hizo despertar de un sueño dormido y me di cuenta de que las mañanas son hermosas.
Era similar a una flor. Me atravesaba por completo, me hacía reír con sus inocentes pensamientos. Algo hacía que la admirara, esa luz, el color radiante de su esencia.
Al girar vi todo distinto. El manto semitransparente ya no estaba, pero lo sentía cerca. Grité, pero nadie escuchó.
Volví a desilusionarme y al tiempo me topé con más flores, muy diversas. Creí que no habría otra como aquella, pero pienso que es cuestión de ver, ya que es sencillo mirar, pero no siempre nos detenemos a ver. Rondan como espirales, es todo tan cíclico.
Se aproxima otro puente… cruzamos?

lunes, 8 de septiembre de 2008

Uno al cubo

Me encontré con las Trillizas de Belleville*! Casi sin darme cuenta las tenía frente a mí, tan elegantes y con esos modales que suelen sorprender. Pasmada, sin poder hablar me quedé observando la situación; eran ellas!, estaba con las trillizas de Belleville!
Me acerqué tímidamente y atiné a esbozar una simple frase para lograr llamar su atención y poder intercambiar algunas palabras.
No pude entender la reacción de ellas al verme ahí parada, actuaban como si me conocieran de toda la vida. Sabían hasta mi nombre! No podía creerlo, no salía de mi asombro al sentirme parte de ellas.
Estuvimos en el mismo bar toda la noche. Entre el espeso humo de los cigarrillos ellas contaban anécdotas mientras bebíamos coñac en copas previamente entibiadas.
Era alucinante, a pesar de ser trillizas se las podía diferenciar perfectamente. Tres personalidades totalmente definidas y lo curiosamente misterioso era que me sentía identificada con cada una.
Si cerraba los ojos estaba hablando conmigo misma en el baño de mi casa.
Recuerdo con claridad, que luego de varias horas escuchando miles de atractivas historias comenzaron a hablar sobre mi; sobre mi!? y a contradecirse dándome consejos de lo que debía hacer. No llegaban a ningún acuerdo, las tres manifestaban sus ideas de diversas formas.
Entenderán que terminé mareada y con un desbarajuste mental importante. Sinceramente no quería hablar de ese tema y menos que me den consejos, pero ellas insistían pese a mi voluntad.
Si hoy me preguntan qué es lo que ocurrió aquella noche no podría dar una respuesta lógica. Nada tuvo sentido, nada seguía un hilo de cordura. En ese momento yo estaba tan fascinada que no me permití preguntar qué era lo que estaba pasando, por qué se comportaban de esa forma, de dónde me conocían, con qué autoridad hablaban de mis intimidades y opinaban al respecto, cómo estaban al tanto de ello, por qué era todo tan extraño… y lo mas sorprenderte, por qué me parecía natural.
Luego de hablar, hablar y hablar las tres se pararon en simultáneo y una de ellas dijo:

- Nos vamos! Fue un placer compartir esta noche con tu presencia, jovencita. No desesperes. Canta, cantando se libera el alma y merman las penas.
Hermanas! Después de ustedes…

Con una gran sonrisa despedí a aquellos tres adorables personajes. Debo confesar que fue algo insólito lo que ocurrió, en más de una oportunidad me pregunté si fue real. No lo sé, pero por las noches aún sigo escuchando sus voces y no puedo dejar de silbar la melodía de aquella canción.


* Personajes de la película animada francesa titulada Les triplettes de Belleville” de Sylvain Chomet.

jueves, 28 de agosto de 2008

Inetiquetados

Que frío, carajo! Ni sentada en el colectivo lograba conseguir un poco de calor, cómo desearía viajar como cuando va a trabajar a las siete de la mañana, apretada a mas no poder, bah!, aunque en realidad no, ya que eso la pone de muy mal humor, seguramente prefiere tener frío.
Estaba quejosa, tenía un largo viaje, al menos estaba sentada, pero no había salido con mucho abrigo y comenzaba a notar la baja sensación térmica en su cuerpo.
Tratando de encontrar una distracción comenzó a observar por la ventana y se preguntaba, mirando a la gente pasar, cuántos pensamientos diferentes habría en ese instante. Risas, caras de preocupación, gente apurada, otros a paso lento, tranquilos, charlas, soledad, algún que otro perro abandonado, personas buscando un sitio para ubicar una humilde cama con un par de mantas, mientras otros, colgados de los containers de basura, elegían el menú del día. Vidas azotadas por responsabilidades. Bien, mal, mejor, peor. De todo un poco.
En su cabeza no dejaba de resonar un continuo “tic tac tic tac tic tac tic tac”.
- Hacia donde vamos todos tan apurados? Inconscientemente debemos notar que no hay un “para siempre”, aunque es lo que nos hacen creer, y por eso nos apuramos tanto? …

Tic tac tic tac tic tac… no paraba.

- … A veces nos inquietamos demasiado, somos tan pequeños. Estamos sumergidos en una gigantez monstruosa, sólo los “tic tac” pareciera que llevaran un control. Un pulso, un ritmo. Cuántas negras habrá por compás? Cuándo llegamos a la doble barra? Será una doble barra con dos puntos? Se repite una y otra vez?

Aproximándose a la llegada, ya de pie se aproximó hacia la puerta trasera para tocar el timbre, se bajó, subió bien el cierre de su campera y comenzó a caminar a paso apresurado.
La calle estaba desierta, casi llegando a la esquina divisó a un vagabundo que se encontraba semiacostado en un destrozado colchón, si se le podía llamar colchón, con apenas una fina frazada para protegerse de la baja temperatura.
Cuando pasó por su lado, con un gran esfuerzo y voz ronca le pidió un cigarrillo.

- Es el último que me queda, te lo regalo.

Cuando se acercó para entregárselo, el viejo vagabundo le preguntó: algún secreto?

Sin entender a qué se refería y algo aturdida por la inesperada pregunta, interrogó:

- Cómo?
- Un secreto…, no hay ninguno, no?
- No lo sé, puede ser, uno siempre guarda algún secreto.
- Pensálo, gracias por el cigarrillo linda, que tengas un buen día.
- No hay de que, igualmente para usted, hasta luego.

Continuó caminando y en su cabeza no paraba de repetirse… un secreto, un secreto.
Sentía que no era casualidad lo que venía pensando en el colectivo y que seguidamente el vagabundo le preguntara eso.
A donde irán los secretos?

- Bueno, sinceramente podría contar muchas cosas de ella, como todos tiene lindos secretos, pero también lleva pesares. Sería muy inapropiado exponer las intimidades que yo conocí aquel día con tan solo una bocanada.
Espero volver a verla, todos los miércoles la veía pasar a la misma hora, seis menos cinco. Pero desde aquel día no volvió. Yo sigo en el mismo lugar, en mi destrozado colchón, con la ilusión de cruzármela nuevamente y dialogar.
Me gustaría contarle de mí, hacerle saber que a pesar de que nuestras vidas sean bastante diferentes, quizás, compartimos varios pensamientos.
Yo a veces me siento algo solo, un poco perdido, siento que nadie se detiene ni a mirarme, vivir en la calle es duro y en ella noté algo distinto, su mirada me trasmitió serenidad y dulzura.
Esperaré hasta la próxima semana…

miércoles, 20 de agosto de 2008

Un Viaje


Alguna vez te paraste solo y en silencio frente al mar? Te detuviste a examinar esa sensación? Tal vez es mucho más profundo e inmenso de lo que suponés.
Paz y serenidad, muchísimo frío, la playa desierta y un bellísimo amanecer…
Ahí me quedé, en silencio…, contemplando, oyendo y sintiendo ese descomunal y desmesurado espejo de agua que se iluminaba, ardiente, cada vez más con el lento y constante ascender del sol que se desprendía del agua y de las pocas nubes presentes para penetrar el cielo y apoderarse del día.
Con mis sentidos completamente agudizados me sentí chiquita y grande a la vez, absorbida por natura, fuera de mí.
Igual no hay de qué preocuparse, aprendí a ser silenciosa, a pasar inadvertida y hasta ser invisible.
Y así me quedo, observando y en silencio… como en el mar.


Fotografía: She Said. Mar del plata, Argentina.

miércoles, 13 de agosto de 2008

lunes, 11 de agosto de 2008

Callados

Se cayó, sí, se cayó y se rompió. Se quebró en mil pedazos, era tan hermosa, es una pena que se haya caído desde allí, yo le había advertido que el lugar que había optado por ubicarla era muy alto, pero Alicia estaba decidida que aquel sitio era el indicado para que se luciera.
Aquella tarde el clima no era de lo mejor. Estaba anunciado alerta meteorológico y el cielo estaba encapotado, el viento era frío y ya comenzaba a oscurecer.
Alicia había dejado la ventana entreabierta, tenía obsesión por la ventilación y siempre decía que le encantaba llegar a casa y sentir esa frescura de aire nuevo.
Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando abrió la puerta y al entrar se encontró con la mala noticia. Desesperada contemplando todos los pequeños pedazos desparramados por el piso, se deshizo de su cartera y su abrigo y lamentándose comenzó a juntarlos uno por uno. Como podía haberse caído desde allí?.
Lo primero que hizo fue echarle la culpa a Chesir, era una opción, ya que al curioso gatito le gustaban las alturas y cuando se quedaba solo acostumbraba hacer de las suyas. Pero mientras buscaba por todos lados las partes restantes, nerviosa y con una gran desilusión por no saber como resolverlo, sintió en su espalda la fría corriente de aire que entraba por la ventana y pensó que tal vez Chesir no había sido el culpable de que su más preciado regalo terminara destrozado.
Podría haber sido el viento? Era lo único que se había caído, todo lo demás permanecía intacto. Alicia no salía de su melancolía al ver todas aquellas diminutas partecitas entre sus manos. Como iba a reconstruirlo?
Así como estaba lo guardó cuidadosamente en una caja y decidió dejarlo ahí por un tiempo hasta sentirse anímicamente preparada para resolverlo. Realmente era importante para ella.

Ustedes se preguntarán que era? Disculpen, pero le prometí no revelarlo hasta que ella me autorice. Lo dejo a la libre imaginación.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Vitreograma

Gotas de lluvia, como cristales, como pequeñas fracciones de vidrio que al caer se astillan en la tierra. Tan frágil como nosotros, como nuestras palabras, pensamientos, acciones.

Todo se sucede, todo cambia, todo se renueva y todo concluye en una metamorfosis cíclica, constante, que exige una reformulación.

Gotas de lluvia, cristales, pequeñas fracciones de vidrio. Así somos. Hoy pensamos, hoy hablamos, hoy escribimos, hoy actuamos… y mañana? Mañana será igual?

A medida que caminamos suceden cosas que nos marcan y nos cambian y tal vez seamos los primeros en juzgarnos y contradecirnos del pasado.

Esta es la forma que encontré de describir el porqué de “vitreograma”, escritos de vidrio, escritos en vidrio, escritos vidriados, escritos tallados en vidrio, escritos traslucidos, escritos transparentes, escritos que perduran, escritos que se quiebran, escritos tan frágiles que pueden mutar y que ni mi persona es conciente en donde pueden concluir o virar.

Ficción? Realidad? Ficción mezclada con realidad? Realidad mezclada con ficción? Si, todo eso.